
El catolicismo tiene cinco ciudades santas, tres en España
Santiago de Compostela
Santiago de Compostela es mundialmente conocida por los cientos de miles de peregrinos que llegan a su plaza del Obradoiro anualmente (casi 450.000 el pasado año). Allí, después de varios días, semanas o incluso meses de peregrinación, se funden en un abrazo con la imagen del apóstol, una talla del siglo XIII ricamente ornamentada, y visitan sus reliquias y las de sus discípulos Atanasio y Teodoro en el pequeño mausoleo subterráneo. Se trata de la zona más antigua de la catedral, y corresponde al panteón romano original, que había sido cegado en el siglo XII por el arzobispo Gelmírez.
Curiosamente, hasta el siglo XIX los fieles no podían visitar las reliquias, porque estaban «desaparecidas» desde el siglo XVI. El culpable de esta «desaparición» no fue otro que el pirata británico Francis Drake, quien deseaba hacerse con ellas para trasladarlas a Inglaterra, y por eso fueron ocultadas en 1589. Pero el pirata finalmente ni siquiera llegó a Compostela. En 1879, durante las excavaciones arqueológicas del templo, las osamentas fueron redescubiertas en el trasaltar. Tras la certificación de su autenticidad, las reliquias del apóstol se colocaron en una urna de plata cincelada del siglo XIX y el sepulcro adquirió su aspecto actual.

Caravaca de la Cruz
Caravaca de la Cruz es un municipio murciano de algo más de 25.000 habitantes, conocido por albergar uno de los fragmentos del lignum crucis, la cruz donde fue crucificado Jesucristo. La historia de cómo llegó hasta allí es sorprendente: en 1231 gobernaba en Caravaca el sayid almohade Ceyt-Abuceyt. Entre sus prisioneros se encontraba Ginés Pérez Chirinos, un sacerdote cristiano. El reyezuelo musulmán sentía curiosidad por saber cómo era una misa, así que mandó que dispusieran todo para que el sacerdote la pudiera celebrar. Al poco de comenzar, Ginés se percató de que no había ningún crucifijo en el altar. En ese momento, aparecieron dos ángeles que portaban una cruz de doble brazo, en cuyo interior se encontraba el lignum crucis. Tras este hecho milagroso, al sayid no le quedó otra que convertirse al cristianismo.

Santo Toribio de Liébana
Santo Toribio de Liébana es un recóndito monasterio situado en el municipio cántabro de Camaleño, de apenas un millar de habitantes. Pese a ello, ostenta un récord que no tiene parangón ni en Roma ni en Jerusalén: custodia el mayor pedazo de lignum crucis del mundo. Elaborado en madera de ciprés de Palestina datada en más de dos mil años de antigüedad, mide 635 milímetros el palo vertical y casi 40 centímetros el travesaño, y se cree que llegó al cenobio en el siglo VIII.
La reliquia, según el padre Sandoval, cronista de la orden benedictina, es una parte del brazo izquierdo de la Santa Cruz. Conserva el agujero donde se clavó la mano de Cristo. En el siglo XVI, la madera se cortó cuidadosamente, se le dio forma de cruz y se colocó en el relicario de plata en el que se conserva actualmente.
Es centro de peregrinación desde que, en el año 1512, el Papa Julio II le otorgara el privilegio de celebrar el Año Santo Jubilar Lebaniego, que tiene lugar siempre que el 16 de abril cae en domingo, algo que ocurrió por última vez en 2023.


La reliquia de Santo Toribio de Liébana

La reliquia del Leño de la Cruz se encuentra incrustada en un relicario en forma de cruz en plata dorada, de estilo gótico, realizado en un taller vallisoletano en 1679.
LEÑO DE LA CRUZ
En el baldaquino situado en el centro de la capilla, se venera el Lignum Crucis; Dios hecho hombre fue crucificado dando su vida por cada uno de nosotros.
La reliquia llegó al Monasterio al mismo tiempo que los restos de Santo Toribio, alrededor del siglo VIII, a fin de protegerla del avance árabe en la península. Fue traída de Astorga a donde llegó a su vez en el siglo VI desde Roma de manos de Santo Toribio, primer obispo de Astorga.
Según el P. Sandoval, cronista de la orden benedictina, esta reliquia corresponde al “brazo izquierdo de la Santa Cruz, que la Reyna Elena (madre del emperador Constantino, en el siglo IV) dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones. Está aserrado y puesto en modo de Cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo”.
Las medidas del Leño Santo son de 63 cm el palo vertical y 39 cm el travesaño, con un grosor de 3’8 cm siendo la reliquia más grande conservada de la Cruz de Cristo.
Pruebas científicas realizadas en 1958, verificaron que la madera del Santo Leño es un Cupressus Sempervirens L, una variedad de ciprés autóctona de Palestina y con una antigüedad superior a los 2.000 años.
Estamos frente al misterio de la cruz. La “Gloria” que para nosotros es fuerza y seguridad, en Jesús crucificado aparece bajo la forma de la fealdad, debilidad, pobreza, deshonra… Es el amor indefenso ante el que se vuelve el rostro, pero tiene toda la fuerza del amor que se abaja y que decide cargar con el pecado del agresor.
BEATO DE LIEBANA
Del desarrollo religioso y cultural de nuestro monasterio nos da idea la figura de Beato, monje de mediados del siglo VIII, que en el año 776, escribió el libro titulado “Comentario al Apocalipsis”, para explicar el hermético texto de San Juan. Para su redacción Beato se basó en las obras de los Santos Padres, lo que nos indica la gran biblioteca que debía poseer este monasterio.
Ha pasado a la Historia del Arte porque en las diferentes copias que se hacen en otros monasterios de este Códice, comenzaron a incluirse miniaturas cuya temática y técnica fueron fundamentales para la evolución de la pintura y la escultura mozárabe y románica.
Con el tiempo los diferentes códices, han tomado el nombre del autor del “Comentario”, es lo que conocemos como los “Beatos de Liébana”. Han llegado hasta nosotros 24 de estos códices miniaturizados. No se conoce el paradero del Códice que Beato escribió aquí y en este monasterio no conservamos ningún beato. En el claustro encontrarás una exposición de láminas ilustradas de los beatos más representativos.
De otra parte Beato compuso el himno «O Dei Verbum», para la festividad de Santiago en la liturgia mozárabe, cuya alabanza del Apóstol supuso el inicio del culto a Santiago como patrón de España y propiciando el descubrimiento del sepulcro de Santiago.
Beato tuvo protagonismo en las controversias teológicas del siglo VIII defendiendo la ortodoxia católica frente a la herejía que afirmaba que Cristo era solamente hijo «adoptivo» de Dios. En el proceso se vio implicado el propio emperador Carlomagno, que convocó un Concilio en Ratisbona, en el cual se ratificaron las posturas de Beato frente a la herejía. De igual modo participó activamente en la vida pública de este momento de la historia en que se configura el reino de los Astures.
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